¿Por qué en 2026 volveremos a enamorarnos de  los artistas del pasado?

Estas son las 21 exposiciones y citas internacionales más importantes que tendrán lugar en 2026 y que confirman una tendencia clara: frente a la saturación de imágenes del presente, los museos vuelven a apostar por obras con historia, memoria y espesor cultural.

Por Gabriela Jurevicius

En un momento dominado por la producción incesante de imágenes —rápidas, intercambiables, muchas veces generadas o asistidas por inteligencia artificial—, 2026 aparece como un año singular dentro del calendario internacional del arte. No por la proliferación de novedades, sino por la concentración, poco habitual, de grandes exposiciones dedicadas a artistas del pasado: del Renacimiento al siglo XX, del canon clásico a las figuras que redefinieron la modernidad.

No se trata de una retirada conservadora ni de una negación del presente. Al contrario: esta vuelta a los artistas históricos parece responder a una necesidad contemporánea muy precisa. Las imágenes del pasado funcionan hoy como un territorio común, un archivo compartido que todavía estructura nuestra forma de ver, de reconocer un cuerpo, una emoción, una composición. Frente a la generación infinita de imágenes nuevas estas obras ofrecen continuidad, referencia y sentido.

Volver a mirar: historia, canon y memoria visual

Uno de los gestos más contundentes de 2026 será la gran retrospectiva de Marcel Duchamp en el Museum of Modern Art, la primera en casi cincuenta años. Duchamp reaparece no como mito fundacional, sino como interlocutor crítico en un presente donde la noción misma de obra vuelve a estar en discusión.

Ese mismo impulso atraviesa Sublime Poetry, la ambiciosa muestra dedicada a Rafael en el The Metropolitan Museum of Art. Con más de doscientas obras, la exposición propone una inmersión en una producción que, durante siglos, definió un ideal de belleza y armonía. En un mundo visualmente fragmentado, la apuesta es clara: volver a imágenes que enseñan a mirar.

Londres se suma a esta tendencia con la primera gran exposición monográfica de Francisco de Zurbarán en la National Gallery y, hacia fin de año, con la reunión histórica de todos los retratos atribuidos a Jan van Eyck. No son gestos arqueológicos: son exposiciones que insisten en la pintura como forma de pensamiento visual.

Metamorfosis y persistencias

En Ámsterdam, el Rijksmuseum presenta Metamorphoses, una de las muestras conceptualmente más sólidas del año. Inspirada en Las metamorfosis de Ovidio, la exposición propone una lectura transversal de la historia del arte occidental desde el Renacimiento hasta el siglo XX, entendiendo la transformación como una forma de conocimiento.

Obras de Tiziano, Caravaggio, Rubens, Rodin o Brancusi aparecen aquí no como ilustraciones mitológicas, sino como reflexiones visuales sobre el cuerpo, el deseo, la violencia y la pérdida. Lejos de toda pedagogía superficial, la muestra confirma que las imágenes antiguas siguen siendo herramientas activas para pensar el presente.

Los artistas del siglo XX en (super) acción

Otra línea fuerte de 2026 es la revisión crítica del siglo XX. Madrid ocupa un lugar central con la gran muestra dedicada a Robert Rauschenberg en el Museo Thyssen-Bornemisza y con Sweet Revenge, la exposición de Félix González-Torres en el Museo Reina Sofía, que vuelve sobre los años noventa desde una perspectiva política y afectiva.

En París, la Fondation Louis Vuitton presenta una retrospectiva de gran escala de Alexander Calder, que recorre cinco décadas de su producción. Florencia, por su parte, propone una lectura singular de Mark Rothko, poniéndolo en diálogo con la tradición espiritual de la ciudad y desplazando la interpretación habitual del expresionismo abstracto.

Bilbao se suma con Night Driver, dedicada a Jasper Johns, mientras que Londres revisa la década de los noventa en The 90s, una exposición que cruza arte, moda y cultura visual.

Percepción y experiencia: Le Parc

En junio, la Tate presenta una exposición dedicada a Julio Le Parc. Su inclusión no es menor: en un presente dominado por pantallas, su obra vuelve a poner en juego la experiencia corporal, el movimiento y la participación activa del espectador.

Para el público argentino, Le Parc tiene además un peso simbólico particular. Su trabajo encarna una idea de modernidad que fue radical en su momento y que hoy reaparece como alternativa a la pasividad visual contemporánea.

Cuerpo, identidad y conflicto

Quizas la Tate Modern concentra varias de las exposiciones más significativas del año: la gran retrospectiva de Tracey Emin, The Making of an Icon dedicada a Frida Kahlo, y la retrospectiva de Ana Mendieta. En todas ellas, el cuerpo aparece como territorio de memoria, identidad y conflicto, lejos de cualquier estetización complaciente.

En Madrid, en el Thyssen Pedagogías de guerra, de Roman Khimei y Yarema Malashchuk, aborda la guerra en Ucrania desde una perspectiva inquietante: niños que descansan o esperan en un contexto de violencia normalizada. La muestra evita el espectáculo del conflicto y se centra en los mecanismos de aprendizaje y habituación.

Ferias y bienales

El calendario se completa con los grandes eventos que siguen marcando la agenda. 61 Bienal de Venecia,que abre el 9 de mayo, vuelve a funcionar como termómetro del arte contemporáneo global. Manifesta 16 se instala en el área del Ruhr, transformando iglesias y espacios industriales en centros de arte y diálogo, con foco en la reconversión urbana y la sostenibilidad.

París consolida definitivamente Art Basel Paris: en apenas su tercera edición, se ha convertido en la feria europea más importante, con toda la ciudad alineada en exposiciones de alto nivel y la participación de las mejores galerías del continente.

Madrid refuerza su perfil con ARCO Madrid, que gana peso como feria estratégica para el arte latinoamericano.

Y el año se cierra con Miami Art Week, donde Art Basel Miami sigue siendo la feria central dentro de una constelación de más de veinte eventos paralelos, funcionando como la gran gala de cierre del calendario internacional.

La concentración de exposiciones dedicadas a artistas del pasado en 2026 no es casual. En un presente dominado por la producción constante de imágenes nuevas, los museos parecen apostar por aquellas imágenes que todavía nos permiten orientarnos, que forman parte de un bagaje cultural compartido y que resisten el consumo inmediato.

Volver a recorrer a los artistas del pasado hoy no implica rechazar lo contemporáneo, sino ponerlo en perspectiva. En tiempos de imágenes infinitas, estas exposiciones ofrecen algo cada vez más raro: la posibilidad de mirar con tiempo, de reconocer de dónde vienen nuestras formas de ver y de entender que la cultura visual no se reinicia cada día.


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